Tratar de comprender, tratar de ayudar
Salvar la Tierra, se titulaba dramáticamente el número de junio de 2010 de Investigación y ciencia (la versión española de Scientific American).
Pero la cuestión es: o salvar la Tierra, o hacer buenos negocios. Se
trata de una disyunción excluyente: ambas propuestas no son viables a la
vez.
El desajuste último, el que condena de forma inapelable a
este sistema económico –el capitalismo que precisa una expansión
constante, aunque se encuentra dentro de una biosfera finita–, es una
idea errónea: tratar de vivir dentro de un planeta esférico y limitado
como si se tratase de una Tierra plana e ilimitada.
Como si los
recursos naturales fuesen infinitos, como si la entropía no existiese,
como si los seres humanos fuésemos omnipotentes e inmortales.
Blas de Otero –de quien por fin se han publicardo los poemas póstumos agrupados en Hojas de Madrid, con la galerna–
quería escribir “la poesía en los siglos futuros con el pan en medio de
la mesa y un avión a Marte todos los miércoles”. No llegó a intuir
–como le pasa a la mayor parte de nuestra izquierda— que el esfuerzo por
inaugurar la línea aérea a Marte (que no se inaugurará jamás, dicho sea
de paso) es una de las causas que impiden que haya pan encima de cada
mesa......
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