Mercedes Botto
Página/12
La crisis financiera del 2008 dejó al descubierto un profundo
problema en la gobernanza global. Si bien no fue la primera crisis del
sistema financiero global (ni parece ser la última), el hecho de haber
tenido su epicentro en los Estados Unidos puso en evidencia, mejor que
ninguna de las crisis previas, que el motivo de la misma se encontraba
en la ausencia de mecanismos capaces de controlar y regular a los
mercados financieros globales.
Tampoco la respuesta fue la misma que en las crisis financieras
precedentes. En este caso, los gobiernos no recurrieron a soluciones
unilaterales, como sucedió en la crisis del ’30, ni tampoco se
refugiaron en las organizaciones multilaterales preexistentes, como el
FMI. Por el contrario, la solución a la crisis de 2008 fue una respuesta
coordinada y negociada entre los principales líderes globales, que
escogieron al llamado Grupo de los Veinte (G-20) como el foro de
construcción de dicho consenso. En este grupo no sólo estarían
representadas las principales potencias industrializadas sino también un
grupo de países en desarrollo, considerados como las economías
emergentes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario