El Confidencial
En vano, las organizaciones de
izquierda intentan de manera oportunista hacerse con un ‘capital político’ sin
darse cuenta de que en el 15-M no hay tal capital político: hay un común.
La concepción liberal-autoritaria
de la política democrática nos tiene acostumbrados a interpretar la
participación como un acto puntual, fugaz, casi como si de un favor se tratase.
Y es que la participación en la res pública se limita, para una inmensa
mayoría, al voto cada cuatro años; si es que se vota, claro.
Cualquier otra forma de abordar
los asuntos comunes es rápidamente acusada de salirse de los márgenes legales;
de ser incluso un germen de golpes de Estado, como afirma Esperanza Aguirre
sobre el 15-M. Afortunadamente, poco a poco, se va superando esa concepción
constrictiva de la política donde los únicos que pueden participar en ella, más
allá de las consultas plebiscitarias que conocemos como “elecciones”, son
mercados, políticos y medios de comunicación. Con el 15-O [la jornada de
movilización de los ‘indignados’] se ha liberado esa subjetividad plural, la
multitud, que se define por su irreductibilidad a una única lectura de su ser;
a un planteamiento concreto, representable y, por lo tanto, difícilmente
recuperable para el régimen de poder en vigor......
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