Rosa Mª Artal
El Periscopio
La historia del progreso ha sido la del esfuerzo por encontrar
soluciones, a base de recorrer un largo camino. Hemos visto hasta en
libros y películas, cómo los precedentes de la arquitectura y la
ingeniería se afanaban en levantar estructuras (catedrales, puentes,
edificios) con resultado incierto: si acertaban tenían la obra
perseguida, si no, se les hundía. Meditaban sobre cuál podía haber sido
el error u errores, y trataban de subsanarlo para la próxima vez.
En medicina ocurría algo similar: los especialistas probaban
tratamientos y pócimas. Si daban en el clavo el paciente sanaba, pero
no siempre ocurría así, y en la búsqueda de remedios quedaban muchos
bien averiados, cuando no difuntos.
Afortunadamente la investigación logró establecer claves y
parámetros, fundamentarse en datos y resultados, para que no fuera
aleatoria la resolución de los conflictos que se planteaban. Se
establecieron premisas seguras para actuar.
La economía no ha seguido la misma senda. Nos argumentan que es una
“ciencia social” (pero ciencia al fin y al cabo) y que “sus
afirmaciones no pueden refutarse o convalidarse mediante un experimento
en laboratorio y, por tanto, usan una diferente modalidad del método
científico. Por otra parte, el sujeto de estudio es altamente dinámico,
por lo que es arriesgado aventurarse a predecir sus conductas con
precisión”. No sé si tan variable como el comportamiento de los virus
mutantes, pero con ellos la ciencia se emplea con mayor rigor......
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