Una de las características más llamativas del Estado del bienestar
español es su escasa financiación, lo cual explica su escaso desarrollo.
Según los últimos datos disponibles de Eurostat, la agencia estadística
de la Unión Europea, España tiene el gasto público social por habitante
más bajo de la UE-15 (el grupo de países de semejante desarrollo
económico al español). Un tanto semejante ocurre si se escoge otro
indicador: el gasto público social como porcentaje del PIB. España tiene
el porcentaje más bajo de la UE-15.
Como consecuencia de ello, los servicios públicos del Estado del
bienestar (tales como sanidad, educación, servicios domiciliarios a las
personas con dependencia, escuelas de infancia, servicios sociales,
vivienda social, entre otros) están muy poco desarrollados. Sólo una
persona adulta de cada diez trabaja en España en tales servicios. En
Suecia, el país que tiene un Estado del bienestar más desarrollado, es
una de cada cuatro. De nuevo, España es el país que tiene
proporcionalmente menos personas trabajando en tales servicios públicos
de toda la UE-15.
Estos datos señalan la falsedad del argumento sostenido por
economistas y políticos conservadores y neoliberales de que el Estado
del bienestar español está hipertrofiado, o que es más extenso de lo que
el país puede permitirse (tal como acentuó recientemente Mariano Rajoy,
candidato del PP a la presidencia del Gobierno).......
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