Juan Manuel Aragüés
El Periódico de Aragón
Los funcionarios de la política de toda Europa se han retratado de
manera ejemplar en estos últimos días. Empezaré explicando que, siendo
como soy funcionario, utilizo peyorativamente esta palabra referida a la
casta que nos dirige porque entiendo que si algo no se puede
funcionarizar, ni siquiera convertir en profesión, es la política. Y,
sin embargo, estamos rodeados de gente que entra en la función política
como quien entra en una empresa, dispuesto a permanecer en ella como si
de su modo de vida se tratara. A mí, personalmente, me producen
repulsión esos políticos "de toda la vida" que valen para alcaldes,
ministros, diputados o lo que se tercie.
Decía que nuestros dirigentes se han retratado a fondo y, si no fuera
por lo delicado de la situación, hubiera sido para partirse de la risa.
Nuestros próceres, demócratas ejemplares, casi sufren un síncope cuando
a su colega griego se le ocurre anunciar que va a preguntar a su pueblo
qué le parecen las medidas que va a adoptar. Había que ver el gesto de Sarkozy y Merkel
cuando les nombraban la palabra referéndum, había que escuchar las
declaraciones de todos los paniaguados del sistema, escandalizados ante
una iniciativa que, como argumentó el inefable Diego López Garrido,
solo debe usarse ¡para reformas constitucionales! ¡Pero si aquí el
PPSOE nos acaba de hacer una reforma constitucional, señor López
Garrido, y se ridiculizó a quienes abogamos por someterla a referéndum!
En fin, volviendo al tema, que la posibilidad de preguntar al pueblo
sobre su futuro no parece ser lo que más entusiasme a nuestros
demócratas. ¡Qué iban a pensar los Mercados!.....
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