lunes, 7 de noviembre de 2011

Despotismos democráticos

Antoni Jesús Aguiló
Gadeso

—“Cuando uso una palabra”, insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso, “quiere decir lo que yo quiero que diga… ni más ni menos”.
—“La cuestión”, insistió Alicia, “es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes”.
—“ La cuestión”, zanjó Humpty Dumpty, “es saber quién es el que manda…, eso es todo”.

Lewis Carroll
, Alicia a través del espejo

Uno de los problemas más graves de nuestras democracias es la combinación de democracia política formal y despotismo social en un contexto de crisis global y, en consecuencia, marcado por la aceleración de los procesos de exclusión económica y social.

La democracia representativa liberal que conocemos, promovida alrededor del mundo por el neoliberalismo global dominante, es capaz de convivir cómodamente con una multiplicidad dispersa de fenómenos económicos, sociales, institucionales, culturales y psicológicos de naturaleza despótica que condicionan negativamente los procesos de democratización de la sociedad. Se trata de relaciones sociales que, aunque se desarrollan en marcos formalmente democráticos, están reguladas por diferencias de poder tan extremas en las cuales la parte fuerte de la relación tiene la capacidad de imponer a la parte débil sus criterios, dictar sus propias normas y tomar decisiones de manera unilateral.

La palabra “déspota” proviene etimológicamente del griego despótes, que significa “dueño”, “señor” de algo o alguien sobre el que se ejerce un dominio arbitrario y una autoridad absoluta......

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