Gustavo Esteva.
La Jornada
¿Cómo se hace
la revolución? ¿Cómo la gente se vuelve capaz de hacer la revolución y
detener la fuerza destructiva de los de arriba? No lo sé. Pero hoy, en
Grecia, se despliega desobediencia popular en todos lados.
Vivimos
dentro de su sistema, vivimos entre ellos, pero pensamos, actuamos y
respiramos como si estuviéramos más allá de su mundo cerrado. Nos
sentimos más libres. Rompemos todos los días la disciplina que intentan
imponer. Negamos cada minuto las nuevas reglas que nos quieren convertir
en una sombra. Vivimos entre ellos y sin ellos, trabajando por la
mañana y participando en marchas, protestas, asambleas en la tarde,
restableciendo la confianza entre nosotros. Ellos no nos escuchan y
nosotros no los queremos ver. Creamos en cada barrio pequeños grupos de
apoyo para no pagar los impuestos, para reconectar la luz en las casas
que no pueden pagar, para ocupar los espacios de trabajo, para
reaprender a hacer las cosas a nuestra manera, para no sentirnos solos.
Luchamos para liberarnos de ellos y de esta lógica con la que vivimos
los últimos años, creyendo sus mentiras. Ellos siguen en el poder,
siguen tomando decisiones contra nuestra existencia, siguen la violencia
y los golpes, pero ya no los reconocemos. Hemos girado la cabeza hacia
el otro lado, hacia nosotros mismos.
Así describe K. N. sus emociones este 28 de octubre, día de fiesta nacional en Grecia. En el desfile acostumbrado los estudiantes y los soldados pasaron frente a las autoridades levantando pañuelos negros y en vez de ver hacia ellas volvieron la cabeza al otro lado, hacia la gente. (youtube.com/watch?v=H5BAxTNhT_o)
Vivimos en situación radical. En todas partes. Necesitamos reconocerla.
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