jueves, 24 de noviembre de 2011

El banco central que no quería serlo

Alejandro Nadal
La Jornada
 
La destrucción de la unión monetaria europea no es resultado de una inverosímil combinación de factores improbables. Es la consecuencia lógica de un diseño equivocado y de un modelo económico fracasado.
 
Lo único que puede salvar al euro es la intervención directa del Banco Central Europeo (BCE) para apuntalar la deuda de los países de la unión monetaria en su calidad de prestamista de última instancia. Pero eso va en contra de la letra del Tratado de la Unión Europea (art. 101) que prohíbe al BCE comprar directamente bonos de países miembros.

Es cierto que el BCE ha estado interviniendo en el mercado secundario de deuda soberana desde mediados de 2010. Para evitar incrementar la base monetaria, ha procedido a operaciones de esterilización. Esta intervención indirecta le ha permitido dar la vuelta a los tratados y dar un respiro a países como España e Italia.

Sin embargo, la polémica subsiste. El país clave en esto es Alemania, donde impera el dogma de que la única función del banco central es la lucha contra la inflación. Como si la inestabilidad financiera no fuera importante. Además, la mayoría de los líderes políticos alemanes considera absurdamente que respaldar la deuda italiana equivale a transferir riqueza a los vecinos indolentes del Mediterráneo.....

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