martes, 31 de julio de 2012

El reino de los hechiceros

Juan Manuel Aragüés
El Periódico de Aragón
"Para que su dios mercado funcione son capaces de cualquier sacrificio; ajeno, por supuesto".

En el siglo XIX, Auguste Comte, padre de la sociología, enunció su teoría de los tres estadios, según la cual los pueblos pasan a lo largo de su historia por tres etapas diferentes. La primera es lo que denomina estadio teológico, o infancia de la Humanidad, momento en el que la explicación de la realidad se hace recurriendo a dioses y fuerzas sobrenaturales. La segunda, el estadio metafísico, en la que esa explicación se realiza a través de conceptos abstractos. La última es el estadio científico en el que el ser humano es capaz de dar una explicación de la realidad acudiendo a la razón y a la ciencia. Ni que decir tiene que Comte apuesta por este último estadio y que considera que la Europa de su época comenzaba a entrar en él. Y con esa confianza en el devenir de los tiempos que caracteriza a los hijos de la Ilustración, Comte entiende que ese estadio científico es, necesariamente, y como efecto del imparable progreso humano, el destino de la humanidad.

Si hubiéramos de analizar la actual crisis de la mano de los planteamientos de Comte, no sabría muy bien decir en qué fase nos encontramos. Los conceptos sobre los que se asienta la práctica económica de nuestros gobiernos son dos: mercado y confianza. El primero cabría colocarlo en el estadio teológico de Comte, pues se ha convertido en una especie de dios al que todo debe ser inmolado; el segundo parece más bien propio del segundo de los estadios, y en su abstracción se convierte en algo inasible, que escapa incluso a cualquier explicación racional.

A pesar de esa confianza en el progreso que caracteriza a Comte, y a todos los que desarrollaron teorías de los estadios, como Ferguson, Hegel, incluso, en cierto modo, Marx, es evidente que, al menos en el ámbito de lo económico, nuestras sociedades no han alcanzado, de ninguna manera, el estadio científico y siguen presas de supersticiones sin ningún asiento racional. Cada vez que el Gobierno del PP toma una decisión, lo hace con el objeto de conseguir la confianza de los mercados. Las medidas se suceden y, sin que nos sepan dar una explicación racional, la prima de riesgo sigue subiendo y los intereses de nuestra deuda con ella.......

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