Alberto Garzón Espinosa
La Opinión de Málaga 
Desde que comenzó la crisis es común escuchar en los debates una 
manida frase que asegura que los españoles hemos vivido por encima de 
nuestras posibilidades. De forma paralela se insta a que «esto lo 
arreglemos entre todos», citando el lema de una campaña que las cámaras 
de comercio lanzaron al comienzo de la debacle económica. Tanto se han 
repetido ambas ideas que muchos, incluso entre los más críticos, las han
 asumido e interiorizado como verdaderas. Sin embargo, no hay nada más 
alejado de la verdad.
Es cierto, por ejemplo, que la economía española como un todo está 
profundamente endeudada con el exterior. Esto quiere decir que nuestro 
país ha podido disfrutar de crecimiento económico y creación de empleo 
gracias a que teníamos un modelo basado en las deudas, las cuales a su 
vez sostenían la burbuja inmobiliaria. Así, cuando ha devenido la crisis
 nos hemos quedado en el paro y con la cartera llena de deudas con otros
 países como Alemania. Pero ahí no termina el relato.
Observando los datos comprobamos que, por ejemplo, el endeudamiento 
público –el del Gobierno del país, de las comunidades autónomas y de los
 ayuntamientos– ha sido realmente reducido. Reducido en comparación con 
otros países y reducido en comparación con el endeudamiento de hogares y
 empresas. Así, en el año 2007, al inicio de la crisis, las deudas del 
Gobierno eran del 50% del PIB mientras que las deudas de las familias 
rozaban el 100% y las de las empresas alcanzaban el 200%. Dichos datos 
lanzan por tierra el populismo de derechas que de todo responsabiliza a 
un gasto público que, efectivamente, ha sido en todo caso muy poco 
eficiente......
 

 
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