Antonio Fuertes Esteban.
ATTAC Acordem
Vuelvo a leer hoy en los periódicos
habituales la nueva gran caída del IBEX 35 y el repunte de la prima de
riesgo a máximos históricos y sigo contemplando estupefacto como
nuestros próceres políticos, de uno y otro signo, siguen encerrados en
la idea única de que es necesaria la confianza de los mercados – sin ir
más lejos la vicesecretaria del PSOE, Teresa Valenciano advirtió ayer a
los ciudadanos “las protestas no ayudan a la confianza de España en el
exterior”- adoptando eso sí diversas formas unos y otros en sus
discursos para que los llamados mercados piensen que hemos sido buenos.
Es como si los abogados de un condenado a muerte dividen sus consejos
entre los que le piden que el día de antes vaya a misa o entre los que
le dicen que escriba una carta de sentido arrepentimiento pidiendo la
venia. Todo lo más se puede aplazar la agonía o la forma del desenlace
final, pero la suerte está echada. El condenado a muerte es el estado
social hace años, desde que los estados adoptaron las políticas
neoliberales.
Hace varias décadas que se viene
proclamando primero y luego anunciando la muerte del estado social,
desde que Hayek y Friedman afirmaran que el problema era el estado
(social claro, no el estado como controlador y represor) o desde que
Margaret Tatcher creara el lema del llamado neoliberalismo – el TINA:
There Is No Alternative – y su encumbramiento internacional, contando
con los próceres socialdemócratas de la traición o conversos
social-liberales. Desde entonces las leyes proclamadas por unos y otros,
conservadores y social-liberales, han puesto al pueblo, al bien común,
de rodillas ante la oligarquía económico-financiera internacional, los
plutócratas, Los “mercados” con nombres y apellidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario