León Bendesky
La Jornada
A pesar de que la
crisis no cede y sus efectos se propagan cada vez más a todas las
sociedades, los bancos mantienen sus formas de operación y la regulación
que los rige está prácticamente de rodillas. Los incentivos y las
responsabilidades en ese sector siguen siendo los mismos de antes de la
crisis.
En J. P. Morgan estalló el riesgo en exceso que tomó su unidad de inversiones, provocando una pérdida de 5.8 billones de dólares a los que se pueden sumar otros 1.7 billones. Esto se confronta con la Regla Volcker, que limita la actividad de inversión de los fondos propios de los bancos por su posible efecto nocivo sobre la estabilidad del sistema en su conjunto. El director del área de inversiones de Morgan administra 350 billones de dólares, lo que equivale al PIB de países como Suiza, Singapur, Ucrania o Perú.
Los bancos venden a sus clientes productos sin la suficiente información y con altos riesgos, aunque muy rentables para ellos. Así ocurrió en el caso de Novagalicia en España, que ha pedido perdón por colocar participaciones preferentes que han perdido su valor. HSBC está acusado de tener controles muy laxos para prevenir el lavado de dinero asociado con el narcotráfico y las actividades terroristas......
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