domingo, 22 de julio de 2012

El subsuelo impolítico

Ilán Semo
La Jornada
 
Qué pueden tener en común movimientos tan disímbolos como los indignados españoles, Occupy Wall Street en Estados Unidos, Aganaktismeni en Grecia y #YoSoy132 en México? Todo intento de establecer cualquier analogía parece perderse en los registros pasajeros del empirismo. En rigor, no hay nada (más que el imaginario de las pantallas) que los comunique; menos aún que los identifique entre sí. La historia tampoco parece ayudar. Por sus programas, sus formas de legitimación y la sinergia de su arrastre, sus semejanzas con las revueltas del 68 parecen inexistentes, y en cierta manera representan la antítesis de ese retorno del concepto de sociedad civil que en los 90 encontró en las ONG un nuevo piso para combatir la soledad civil.
 
Habría que preguntarse si su denominador común, que no está en el cuerpo de sus acciones, no se encuentra acaso en la pulsiones que les han permitido redefinir los órdenes que median entre la política y lo político, es decir, aquello a lo que se enfrentan, el espectro actual del gran otro. Lo político comienza siempre ahí donde aparece un significante fluctuante, donde todo lo que antes era un cuerpo sin órganos cobra el estatuto de una presencia inmanente, lista a desplazar al antiguo principio de realidad. Toda política que se define en el subsuelo de la fábrica social se inicia como un registro de espectros. Destaco cuatro aspectos de esta nueva relación.
 
En primer lugar, si el 68 emplazó a la sociedad disciplinaria, y a los íconos de su autoridad, los nuevos indignados han desplazado ese centro hacia el discurso de los mercados. There is a new master in town. La crítica a la política pasa hoy por la de/significación de la grandes metáforas de la economía.......

 

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