Carlos Taibo
Rebelión
Dentro del movimiento del 15 de mayo --y dentro de otras muchas
iniciativas-- hay, si así se quiere, dos grandes posiciones. La primera
entiende que el cometido principal del movimiento estriba en elaborar
propuestas que se espera sean escuchadas, en un grado u otro, por
nuestros gobernantes. La segunda, muy diferente de la anterior, aspira,
antes bien, a crear espacios de autonomía en los cuales procedamos a
aplicar reglas del juego diferentes de las que nos impone el sistema que
padecemos. Y a hacerlo, por añadidura, sin aguardar nada de esos
gobernantes que acabo de mencionar.
Mi impresión es que la
segunda de las posiciones ha ido ganando terreno en el 15-M. No se
olvide al respecto que el panorama general en lo que hace a ganancias de
la mano de la primera de las perspectivas enunciadas es manifiestamente
desalentador. Claro que no sólo se trata de eso: hora es ésta de
recordar que en una de sus matrices principales el movimiento del 15 de
mayo nació, un año atrás, al amparo de un propósito expreso de
cuestionar un sistema seudodemocrático en el que al cabo, y de siempre,
son los grandes poderes económicos los que dictan las reglas del juego.
Sobre esa base estaba servida la conclusión de que, aun siendo
comprensibles las demandas de reforma de ese sistema que formulaban
muchos sectores del 15-M, la inercia del movimiento conducía muy a
menudo a lo que cabía entender que era una apuesta por la construcción
de un orden distinto y plenamente autónomo......
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