Isaac Rosa
eldiario.es 
Que en estos tiempos hipertecnologizados hayan tenido que ser los 
mineros los que enseñen el camino al resto de trabajadores, da que 
pensar. Que en la época de empresas flexibles, sociedad de la 
información, economía global, riqueza virtual y trabajadores desubicados
 y desideologizados, hayan tenido que ser los viejos mineros, con sus 
duras herramientas, sus manos callosas y su fuerte conciencia de 
colectivo, los que salgan a la luz y echen a andar para que los sigamos,
 debería hacernos pensar qué nos ha pasado a los trabajadores durante 
los últimos años, qué hemos hecho y dejado de hacer, qué nos han hecho y
 qué nos hemos dejado hacer.
Habrá quien diga que el protagonismo minero de estos días es pura 
coherencia: si la crisis y las políticas anticrisis suponen para los 
trabajadores un salto atrás en el tiempo, un regreso a trompicones al 
siglo XIX, nadie mejor que los mineros al frente de la manifestación, 
ellos que con tanta rotundidad encarnan aquellos tiempos iniciales del 
movimiento obrero. Pero no estamos ante un asunto de coherencia 
histórica, sino mucho más.
Las emocionantes escenas vividas en cada pueblo por donde han 
pasado los mineros en su marcha hacia Madrid, la acogida, las palabras 
de ánimo, las ayudas recibidas, la solidaridad extendida por todo el 
país, en las calles y en las redes sociales, y finalmente el 
recibimiento en la capital y el acompañamiento en su protesta por tantos
 trabajadores, deberían ser un revulsivo, marcar un punto de inflexión 
en la construcción de resistencias colectivas. Los mineros han roto 
algo, han despertado algo que dormía en nosotros, nos han empujado.....
 

 
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