Pilar Portero
Tudosis.es 
Blindados por vallas, protegiéndose de aquellos que hace 
siete meses les votaron, los diputados exhiben sus temores. ¿Por qué no 
les quieren?. “Así no podemos seguir, porque estamos provocando desafección”, clamaba hoy Rubalcaba en el Congreso,
 como si el problema fuera la desafección y no sus causas. El Gobierno 
aprobaba en solitario la última tanda de recortes, la más heavy
 hasta el momento y que previsíblemente no será la última, dado que los 
intereses de la deuda siguen engordando, la prima de riesgo bate 
tétricos récords y la confianza de los inversores huye tan despavorida 
como los ahorros de miles de españoles
 -¿qué hago con el dinero?, es pregunta habitual-. La calle ocupada les 
inquieta pero el miedo a dejar de ser políticos supera cualquier otro 
temor.
Ellos consideran que hacen su trabajo. Y más allá de los enfrentamientos coreografiados en el hemiciclo, los diputados comparten un interés por no perder su estatus.
 Desde hace más de un año, coincidiendo con las primeras protestas del 
#15M, vengo preguntándoles cuándo van a reaccionar ante el descontento. 
Al principio, prefirieron ignorarlo descalificándolo y exigiéndo que las
 soluciones partieran de los que protestaban. Ahora lo ven como un 
ataque frontal para derrocarles. A nadie le parecerían elevados sus ingresos si estuviera satisfecho con el trabajo que realizan.
 Pero se niegan a cambiar el sistema, a sacrificarse. No se trata de 
renunciar a la paga de Navidad como gesto de solidaridad con quienes no 
tienen opción a decidir. Que los ciudadanos perciban que se la han 
ganado.  El problema es que desde fuera del búnker de los leones, la 
gente ignora a qué se dedican pero intuye que su labor responde a 
intereses contrapuestos a los suyos. Porque el descontento no es sólo 
con el Gobierno, sino también con una oposición amarrada a su pequeña 
cuota de poder, incapaz de renovarse, ni de ilusionar con acciones que 
recogan las demandas de la calle. Es también hastío hacía el resto de 
partidos, a egocéntricas demandas que hoy suenan miserables.....
 

 
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