La Jornada
A unos días de que 
concluya la Cumbre del Clima en Durban todo apunta a que no habrá 
acuerdo entre los 195 países asistentes a fin de salvar al planeta de 
las consecuencias del cambio climático. La suerte de esta reunión la 
definieron los dos mayores contaminantes, China y Estados Unidos. El 
representante de nuestro vecino y socio comercial, Jonathan Pershing, 
dijo que cualquier acuerdo de reducción de gases de efecto invernadero 
que remplace al Protocolo de Kyoto debe implicar por igual a los países 
desarrollados y a las economías emergentes. Ésa sería la única manera de
 que la potencia del norte apoye un compromiso de ese tipo. Lo anterior,
 en clara referencia a China, India y Brasil, por ejemplo, que no están 
obligados a reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2),
 en tanto 40 países industrializados (destacadamente los que integran la
 Unión Europea) ya toman medidas efectivas de reducción, aunque no 
suficientes.
En pocas palabras, a la hora de los compromisos, los grandes emisores
 encuentran pretextos para eludirlos. El caso más patético es el de 
Estados Unidos, cuyo poder legislativo se ha negado a ratificar el 
protocolo. Pero no lo son menos Japón, Rusia y Canadá, que se sumaron a 
la exigencia de que China y Estados Unidos adopten seriamente la tarea 
de reducir la generación de gases de efecto invernadero por ser origen 
de la mitad de ellos. El ministro del Medio Ambiente de Canadá, Peter 
Kent, sentenció que el protocolo 
es cosa del pasado, y haberlo firmado, grave error del gobierno anterior de su país. Muy distinto piensa Brasil, la gran economía emergente de América Latina, que sostiene la necesidad de proseguir con dicho acuerdo, con las mejoras necesarias, por ser herramienta esencial en la lucha contra el calentamiento global....
 

 
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