Sin Permiso
La mejor manera de entender la
crisis financiera de Europa consiste en observar las distintas propuestas de
soluciones. Éstas parecen el sueño de cualquier banquero, una bolsa de regalos
que pocos votantes estarían dispuestos a aprobar en un referéndum democrático.
Los estrategas bancarios han aprendido a no arriesgarse a someter sus planes a
voto democrático, después de que los islandeses rechazaran dos veces en 2010-11
aprobar la capitulación de su gobierno a pagar al Reino Unido y a Holanda a
causa de las pérdidas propiciadas por los bancos islandeses deficientemente
regulados que operaban en el extranjero. A falta de tal referéndum, las manifestaciones
masivas se convirtieron en la única forma que los votantes griegos encontraron
para hacer constar su oposición a los 50.000 millones de euros en
privatizaciones demandadas por el Banco Central Europeo (BCE) en agosto de
2011.
El problema radica en que Grecia
no dispone de líquido para cancelar sus deudas y pagar los cargos por interés. El
BCE exige que se vendan los activos públicos (la tierra, el agua y los sistemas
de alcantarillado, los puertos y otros activos de dominio público), y también
que se realicen recortes en las pensiones y en otros pagos a la población. Es
comprensible que el “99% más pobre” esté furioso al ser informado de que el
estrato más rico de la población es el gran responsable de los recortes de
presupuesto por su ambición acumulativa (sólo en fondos atesorados en bancos suizos
se han registrado 45.000 millones de euros). La sola idea de que un asalariado
común tenga que financiar las pensiones para compensar las evasiones de
impuestos de los ricos (y la ausencia general de impuestos a la riqueza desde
el régimen de la junta de coroneles) enfurece comprensiblemente a la población.
Que la “troika” del BCE, UE y FMI dicte que no importa cuánto acumulen roben o
evadan los ricos, el pago ha de cubrirlo la población en conjunto, no es un
posicionamiento político neutro.....
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