Ignacio Ramonet
Le Monde Diplomatique
Está
 claro que no existe, en el seno de la Unión Europea (UE), ninguna 
voluntad política de plantarle cara a los mercados y resolver la crisis.
 Hasta ahora se había atribuido la lamentable actuación de los 
dirigentes europeos a su desmesurada incompetencia. Pero esta 
explicación (justa) no basta, sobre todo después de los recientes 
“golpes de Estado financieros” que han puesto fin, en Grecia y en 
Italia, a cierta concepción de la democracia. Es obvio que no se trata 
sólo de mediocridad y de incompetencia, sino de complicidad activa con 
los mercados.
¿A
 qué llamamos “mercados”? A ese conjunto de bancos de inversión, 
compañías de seguros, fondos de pensión y fondos especulativos (hedge funds) que compran y venden esencialmente cuatro tipos de activos: divisas, acciones, bonos de los Estados y productos derivados. 
Para
 tener una idea de su colosal fuerza basta comparar dos cifras: cada 
año, la economía real (empresas de bienes y de servicios) crea, en todo 
el mundo, una riqueza (PIB) estimada en unos 45 billones (1) de euros. 
Mientras que, en el mismo tiempo, a escala planetaria, en la esfera 
financiera, los “mercados” mueven capitales por un valor de 3.450 
billones de euros. O sea, setenta y cinco veces lo que produce la 
economía real...
 

 
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